Nació en
Pamplona el 2 de agosto de 1993 en el seno de una familia con orígenes
palentinos. Sus raíces castellanas siempre calaron en él profundamente y le
hicieron sentir un profundo sentimiento por esta tierra, llegando a
considerarse hijo de ambas ciudades.
Inició sus estudios en el Colegio
Nuestra Señora del Huerto de Pamplona, sin embargo a los 7 años de edad ingresó
en el colegio San Cernin de Pamplona debido a su mayor énfasis en la enseñanza
de lenguas extranjeras, en concreto el francés. Cursó con éxito sus quince años
de enseñanza escolar donde gracias al carácter multicultural y polilingüista
del centro se educó en todo momento en un ambiente con clara amplitud de
horizontes y vistas al extranjero. El carácter católico de ambos centros junto con
los valores inculcados por su familia lo educaron en la fe cristiana y en el
respeto hacia los demás.
Concluida su etapa colegial y
tras un verano de reflexiones, se decidió a cursar el grado de Farmacia en
detrimento del de Bioquímica estando, aun a día de hoy, satisfecho con su
elección. Durante esta etapa universitaria, realizó en dos ocasiones viajes por
las principales capitales europeas con el fin de saciar su afán por
experimentar la cultura e idiomas foráneos, resultándole Berlín un ejemplo perfecto
de crisol de culturas, muy caracterizada por su heterogeneidad. Fue en estos
viajes donde se fraguó su amor por el pueblo y cultura alemana constituyendo un
claro detonante de su afinidad por la lengua germánica.
Siempre se ha considerado un
chico inquieto pero falto de respuestas, con voluntad de cambio pero ignorante
en cuanto a qué se debe hacer para lograr el cambio. Ve a diario cómo su país
fracasa una y otra vez en lo que se propone, la última el fracaso olímpico, a
pesar de haber infinidad de éxitos los fracasos suenan con más fuerza. Se
avergüenza del trato deplorable que nos da el resto del mundo que nos considera
un pueblo de paletos dormilones cuyo único interés es la enología en su sentido
más práctico.
Su entrada a la universidad
coincide con un periodo de cambio en su pensamiento, cada vez más interesado
por las grandes incógnitas de la existencia y por el cultivo racional, comienza
a tener grandes inquietudes. La primera de ellas trata acerca de quién es él
¿una potencialidad de su esencial? ¿Tan solo aquello para lo que sirve?
Hasta el momento convencido de
que era su nombre y experiencias quienes lo definían como persona, descubre la
postura de Ortega y Gasset fundamentada en el célebre ``Yo soy yo y mis
circunstancias´´ que cambia radicalmente la visión que tenía sobre él mismo y
haciendo más especial si cabe a uno mismo.
Otra de sus inquietudes la relata
él mismo de la siguiente forma: ``La vida hasta el momento ha sido más bien
plácida, todo está impuesto y marcado desde el colegio ¿Ciencias o Letras? Y
salirse de este guión impuesto está visto con muy malos ojos. Sin embargo
nuestra generación tiene un bendito problema, le ha tocado vivir la época más
avanzada y sobreinformada de cuantas han existido. Mordaz ironía resulta esta
de encontrarse perdido y sin respuesta con tanta información al alcance del
teléfono móvil.
A pesar de ello, lo que realmente
le quita el sueño es su preocupación por el amor, ya que su experiencia le
demuestra todo lo que desconocemos sobre él, no tenemos idea alguna de cómo
vivirlo o tratarlo. Esto no lo enseñan en ningún colegio.
No es necesario asistir al
banquete de Agaton para saber que nada inspira más al hombre que el amor pero
como diría Pausanias ``ninguna acción es bella o fea en sí misma, solo puede serlo
por la manera como se haga´´ Por ello es la manera en como vives y tratas ese
amor la que lo hace realmente especial y diferente al resto de amores que
puedes profesar.
Todas sus inquietudes le han
hecho darse cuenta de que el problema no son ellas mismas, sino las metas ya
que como es lógico a raíz de una falta de metas surge un déficit de
inquietudes. Nos faltan grandes hazañas que inspiren en definitiva.
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